Escrito por: Abuelita Manga (Chile)

Un hombre se encontraba sentado, amarrado una estaca bien enterrada en el suelo y el atardecer se acercaba a paso lento, la luz del sol pasaba por las copas de los árboles. Se da cuenta de que una sombra comienza a tapar los rayos y su cuerpo empieza a enfriarse.

-Felipe…-murmura 

-Mi nombre es Leftraru-responde el toqui seguro de su superioridad

-Antes no eras así…-con una voz que demostraba algo de amargura-después de todo lo que pasamos…

-Eso no significó nada 

-¿En serio?-diciendo estas palabras de forma burlona.

-Cállate…-golpeando con todas las fuerzas su cara ya amoratada por la batalla que había tenido temprano, viendo como su compañía moría en manos mapuches, los indígenas que habían gobernado esa tierra indómita antes de que los conquistadores llegaran a invadirlos. Ahora Pedro de Valdivia, el gobernador de la Capitanía General de Chile veía desde el suelo al líder que diezmó a sus tropas y logró capturarlo, su antiguo paje.

-Estás mintiendo, lo sé y nunca lo vas a olvidar. Eso siempre lo recordarás- y su mente comenzó a viajar hace algunos años atrás, en un tiempo en que la fortuna lo acompañaba.

Era de noche, las antorchas brillaban firmemente dando luz y calor, los soldados españoles se preparaban para descansar, el día siguiente sería largo. 

Se oye a lo lejos una voz que lo llamaba por su nombre español, era su amo, pero a Leftraru odiaba que lo llamaran de esa forma, ya que desde que lo capturaron, nació la animadversión hacia sus captores y las ganas de vengarse crecía con cada minuto de su existencia, pero sobre todo a quien debía servirle, al conquistador, que lo obligó a hacer lo indecible a su pueblo, masacrarlo de la peor forma posible… 

Al llegar y entrar a la tienda, Pedro veía a este joven de piel joven y tersa, su cuerpo demostraba muy bien la juventud, la luz lo alumbraba de forma enigmática y coqueta y en él volvía a nacer ese extraño anhelo que había comenzado a dar vueltas en su cabeza hace un tiempo, viendo cómo maduraba su paje, de un niño a un joven de magníficas proporciones, naturales a su etnia mapuche, quería saber cómo se sentiría tener a joven bajo su yugo, y su mente comenzaba a divagar a la vez que el joven empezaba a sacarle la armadura y su espada para dejarlos de forma ordenada en un rincón de la tienda que habitaba. Sus ojos emprenden la tarea de observar, mirándolo con una extraña intensidad mientras comenzaba a ayudarle a sacarse la ropa. 

La cercanía del chico hacía que ese deseo que ya sentía se apoderarse de sus acciones. De pronto lo tomó de su brazo para mirarlo fijamente, el joven se quedó perplejo y sin mediar palabras, comienza a rozarlo de la misma forma que lo hacía con su amante, Inés Suarez, de forma suave y tímida movía su mano por esos brazos bien formados, el joven comenzaba a sentirse extraño frente a este raro comportamiento.

-¿Qué está haciendo?-logra articular.

-Nada-responde de forma misteriosa.

-¿Nada?-responde algo furioso. A Pedro le gustaba ese lado de él, orgulloso y rebelde que pocas veces mostraba y eso significaba un reto para él. Quería hacerlo claudicar, y para lograrlo comienza a bajar su mano derecha que estaba en su brazo para alcanzar su miembro. Un gemido sale de la boca del joven 

-¿Te gusta?-la voz ronca del conquistador comenzaba a excitarlo sin saber porqué, sin mencionar que esa mano acariciaba esa parte tan privada desde la base hasta la punta lenta y dolorosamente

-No…- ese extraño calor que sentía, empezaba a gustarle, pero se negaba a eso con todas las fuerzas, no quería aceptar que el enemigo le estuviera dando un placer que desconocía. Al escucharlo, Pedro coloca sus dedos en la punta del miembro y comienza a doblarlo sutilmente, escuchando su respiración entrecortada con cada movimiento que hacía. 

Instintivamente Leftraru mueve su mano hacia la parte baja de su amo, notando el calor que emanaba esa parte de su cuerpo, quería sentir ese ardor de forma más cercana y para lograrlo, su mano comenzaba a masajearlo perezosamente, tal como lo hacía su amo. Si este hombre quería jugar con fuego, se quemaría, no permitiría que el conquistador ganase este duelo, tenía que hacer todo lo posible para no dar ninguna señal de que esto le agradaba más de lo que quería aceptar. 

La manera en que lo tocaba le resultaba tierna, sentía que había aceptado el desafío, es más, le agradó tanto que soltó un sonido quedado y el joven se deleitó con eso. Leftraru sonrió para sus adentros, pronto lo alcanzaría y sin pensarlo comienza a besarlo y tomarle el miembro por entre medio de la ropa, quería hacerle sentir más placer de que el conquistador le estaba dando. 

Ambos, con sus miembros erectos, sus manos aumentando el ritmo de las caricias y al mismo tiempo que el beso se crecía con una pasión que se encontraba oculta en esta ofensiva, con el joven besándolo con furia, introduciendo su lengua en toda la boca de su amo, tomando como suya cada parte y el conquistador luchando con el mismo ímpetu para ver quien se imponía en esta batalla. Cada uno gemía con más fuerza, cada uno sentía el calor con más intensidad, la mano de cada uno se movía al unísono y con más rapidez. 

Esa parte de sus cuerpos ardían de una forma intensa e inexplicable, con cada movimiento, el placer era vocalizado en gemidos y resoplidos, ya no era una lucha, simplemente se querían entregar al goce… Más y más rápido… más y más placer… más y más intenso… Hasta casi al unísono, llegaron al clímax, soltando el líquido blanco inherente en los hombres, jadeando con fuerza y mirándose fijamente…

-Después seguimos haciéndolo e incluso llegamos más lejos…-el conquistador sonríe al recordar, el joven desvía la mirada-Esa es mi marca…-quería dejarlo claro antes de morir en esa tierra que ya no gobernaba…

PD: Si este relato merece alguno de los premios, no lo quiero, ya que primero, ya tengo dos en mi poder y segundo, esto es un reto para mí hacer un relato de mil palabras y de un género en el cual no me manejo.