Escrito por: Kiki san (Honduras)
La monarquía centroamericana se basaba en el príncipe; protegerlo y venerarlo incluso más que a las mismas deidades, por ello, las regiones que habitaban debían nombrarse como ellos, mostrando que el pueblo vive en el príncipe. Estos debían ser resguardados de las guerras y conflictos, ya que el campo de batalla es hogar de la fría sangre y los pecados.
Los países centroamericanos eran una misma República, hasta el día de la independencia, donde se disolvieron y se volvieron naciones autárquicas. Los países vecinos establecieron su gobernador y nombraron su territorio conforme al hijo del rey. Así nacieron Honduras, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Con el distanciamiento los vínculos no se quebrantaron, pero existía un secreto que no debía salir a la luz porque sabe Dios que pasaría por semejante “falta de respeto”; era inexplicable, los príncipes Honduras y Nicaragua estaban atraídos románticamente. Tanto que los territorios que gobernaban estaban entrelazados. Nicaragua era un guerrero orgulloso de sus tierras y con una fuerza increíble; Honduras era más dócil, pero muy habilidoso al luchar por honor. Ambos se complementaban como el sol a la luna; sin darse cuenta de la razón o entender sus motivos, se enamoraron desenfrenadamente como dos pingüinos, jurando que su amor sería sempiterno.
Estos se encontraban a espaldas de los guardias, el pueblo y hasta el mismísimo rey. Acostumbraban a recorrer las magníficas tierras del país del otro. Iban constantemente a las hermosas playas de Honduras, mientras se sumergían en el agua que salpicaba sobre sus cuerpos, el viento soplaba susurrando las canciones naturales más armoniosas.
También visitaban los innumerables volcanes de las tierras de Nicaragua con las hojas aterrizando en sus ropajes y sus pies avanzando mientras sus manos se entrelazaban. Los momentos que pasaban juntos eran efímeros, pero se sentía totalmente lo opuesto.
– Honduras, dime cariño ¿Algún día podré mostrarte la fuerza de mi amor sin intervenciones de los demás?
– Lo dudo mucho, Nicaragua, probablemente no nos permitan esa felicidad. – Aun así, estaré contigo bajo cualquier dificultad en el camino.
– Lo mismo digo, es una promesa.
Seguido de esto, sus labios chocaron, tenían un dulce sabor a miel. Fue intenso y ferviente, ambos estaban libidos; el amor también puede convertirse en pasión, y viceversa.
– Honduras, tu corazón palpita violentamente.
– El abrazar tu cuerpo desnudo es la causa de ello.
Tapando sus labios mientras se ruborizaba, Nicaragua cerró los ojos y tomó fuertemente la mano de Honduras, seguidamente pasaron la eterna noche juntos.
Los guardias buscaron en medio de la oscuridad al príncipe Honduras sin obtener resultados; en cambio para la pareja esta experiencia no era nada fuera de lo normal, solamente se trataba de dos chicos disfrutando su luna de miel, así que no era momento de pensar las consecuencias de su relación o quién estará preocupado por ellos.
Pero el tiempo no es eterno, y ellos lo comprendieron bien. No pasó mucho tiempo hasta que se notificaron intentos de tráfico de armas por los nicaragüenses en los territorios de
Honduras, ocurrió el conflicto de Namasigüe, en Choluteca. Honduras no podía creer todo este problema, y que se aproximaba una guerra entre la nación de su amado y la suya, con todo el dolor en su corazón, decidió asistir a la guerra, acudiendo a su arco y flecha.
Apesadumbrado por los sucesos recientes, Honduras se unió al príncipe El Salvador y acudieron a la lucha contra Nicaragua.
Nicaragua y Honduras acordaron encontrarse en la fecha de inicio de la guerra, posteriormente, no habían intercambiado una palabra hasta ese 17 de marzo, fecha de inicio de la guerra. Ninguno podía creer lo que estaba por aproximándose, golpeando fuertemente su corazón, encontraron sus miradas en el campo de batalla, ningún soldado notó su presencia.
Las gotas de tristeza caían como lluvia por las mejillas de Honduras, eran tan blancas y puras como el cielo en su máximo esplendor. Nicaragua no pudo ocultar una expresión de angustia al ver el rostro de su amado de esa forma.
Inesperadamente, Honduras sacó su arco y flecha y apuntó a la frente de su concubino. Sus manos temblaban y sus ojos lagrimeaban.
– ¿Por qué Nicaragua? ¿Por qué tuvo que suceder esto? ¡Te amaba tanto! ¿Es tan lindo traicionar todo lo que nos esforzamos en crear juntos?
– Te lo juro, nada de esto fue así, estoy seguro que fue un sabotaje. – ¡Patrañas!
– ¡Jamás te traicionaría! Preferiría renunciar a todas las cosas que poseo solamente por un día a tu lado.
– …
– ¿Recuerdas nuestra promesa? Sigue en pie; aquí estoy, estas son las dificultades en las que prometimos apoyarnos, y eso haré.
Nicaragua procedió a lanzar su arma al suelo y extender los brazos en dirección a Honduras. Honduras estaba perplejo, pudo notar la sinceridad en los ardientes ojos de su amado. Sin más que decir, soltó su arco y flecha y rodeó el cuerpo de Nicaragua con sus brazos. Y juntos en el suelo, olvidaron las tantas cosas que querían hablar, era demasiado lo que querían decirse, y al final quedaron en silencio, solo eran llanto tras llanto.
La felicidad de poder estar juntos hasta el fin de sus vidas llegó muy pronto, cuando se abrió fuego y las balas les alcanzaron, los soldados sin notar que eran sus venerados príncipes, no se inmutaron ante el fallecimiento de ellos. Honduras y Nicaragua pasaron sus últimos momentos en brazos de la persona que deseaban, sin remordimientos ni dolor, porque las cosas se habían terminado mientras estaban juntos; se amaron con locura y pasión hasta el amargo final. Al concluir la guerra con Nicaragua victorioso, con el tiempo los asuntos se arreglaron, y los corazones de la pareja de enamorados de Honduras y Nicaragua aún yacen en las fronteras que unen sus países.