Escrito por: Bety Diaz

El perfume de la hierba en verano, la brisa entre las blancas nubes y aquel sol mañanero que me molestaba al abrir la ventana… en qué momento despareció todo.

Carmesí… rosas rojas, las cuales pueden significar la pureza y lealtad de un buen amor y también es la misma sangre que corre en nuestros cuerpos, todo lo que conocía y las personas que ame ya no están, solo puedo recordar vagamente aquellos recuerdos.

El apoyo a todas las guerras por más legítimas que parezcan, estas tienden a debilitarse conforme pasa el tiempo. La historia de México ha ofrecido numerosas guerras, una de estas marco al país al dejar una pérdida total de 2 millones 400 mil kilómetros cuadrados de territorio y una sangrienta guerra por ellas, a esta se le conoce como “La batalla de Chapultepec”, está tuvo como protagonistas a seis cadetes que dieron su vida por defender a su país, no hay mexicano alguno que no recuerde el nombre que se les dio y lo que hicieron, a aquellos se les conoce como “Los niños héroes” cada uno de ellos fue fundamental para la historia y para su país, sin embargo uno resalto más, el cadete conocido como “Juan Escutia” quien dio más gratitud a su nombre por el acto que realizó, al ver que su país estaba en la peor situación y estar rodeado lo impulso a tomar su bandera y lanzarse, este con el fin de evitar que estados unidos tuviera posesión sobre ella.

La vida de cada uno de ellos en si no es muy clara y no hay muchos registros sobre cómo fue su estancia en el colegio militar, al igual que no saben sobre la historia de amor que formaron dos de los niños héroes.

Mayo de 1847

-¡Escuchen!- entonó el comandante- El cadete Escutia formará parte del colegio, cómo saben el país no está en mejores condiciones, estados unidos sigue atacando, técnicamente el país está rodeado, cada uno de ustedes debe de dar lo mejor, Escutia se encuentra aquí para ayudarlos en su entrenamiento- aquella indicación bastó para que todos tomarán con seriedad lo dicho, rumores afirmaban que Escutia había estado presente en uno de los primeros ataques de los estadounidenses y este formaba parte del batallón de San Blas, lo que significaba que su presencia daba como resultado que la situación estaba empeorando.

-Desde hace siete años México entró en disputa con estados unidos, no pensamos atacar sin embargo los extranjeros no lo pensaron y solo reaccionaron, en febrero se pudo detener al general Zachary Tylor, pero esto no evitará un ataque más fuerte, esto no es un juego y están aquí por decisión propia, entonces tengan en alto la frente, sus valores y sobre todo el honor de su país- exclamó aquel cadete ante todos los presentes, aunque algunos se molestaron por su manera de hablar, otros le dieron la razón y era de esperarse México estaba rodeado lo único que podían hacer era pelear. Mientras que todos los cadetes salían de aquel salón, la mayoría no tardó mucho en empezar a hablar mal de Escutia y decir que su puesto era sobrevalorado.

-Tu puesto no te dará privilegios, estas aquí para apoyar y pelear, no tenemos tiempo para dar ese tipo de cosas, sabiendo cómo está la situación es mejor que todos sientan igualdad- Decía el comandante

-Bueno te dejo aquí, tengo cosas que hacer y por la hora en la que llegaste dudo que alguien te enseñé el colegio, pero si gustas puedes verlo tú mismo, en cuanto a los dormitorios puedes preguntar con quién  sea y ellos te  dirán- el comandante se retiró dejando solo a Escutia.

La tarde paso rápido para él, como dijo el comandante él llegó en un horario no tan adecuado, lo mucho que podía hacer era solo ver las instalaciones, pero el colegio era algo grande y en una tarde no le permitirá conocerla a fondo. No tardó mucho en oscurecer y él tendría que ir a su dormitorio.

-Demonios, no puedo dormir esto es realmente frustrante- mientras la mente de Escutia se llenaba de dudas sobre lo que podría pasar más adelante, una de las ventanas del dormitorio se abrió por la brisa y al ser el único despierto tendría que cerrarla -Aaaaaa- suspiro- les dije que cerraran porque no hac….- En ese momento, en esa noche, la mirada de Escutia pudo ver un paisaje realmente hermoso, una noche de luna llena iluminando aquel jardín que se encontraba detrás de los dormitorios, mostrando la belleza de las rosas y en su interior un apuesto y guapo joven apreciando aquel escenario, Escutia escucho sobre cadetes que habían sobre salido y uno de ellos era conocido por la pasión que le tenía a las rosas y libros, estos decían que era un afeminado, Escutia no podía creer la existencia de alguien así, pero esa noche aprecio la belleza de aquel joven y en su mente solo resonaban las palabras “esto es a lo que llaman amor a primera vista”.

-Lo siento no pude mostrarte el colegio, pero espero y haya descansado bien-

-No se preocupe, ayer pude ver un poco, sin embargo creí que iría a clases o algo parecido-

-No hoy tendrán entrenamiento, no sabemos que pueda suceder más adelante, es mejor que estén todos preparados-

-Un total de 7 millones de personas en el país y la mayoría en el centro, iniciar una guerra por un par de tierras y una frontera… que manera tan patética de conseguir algo- Escutia lleno de nuevo su mente con pensamientos sobre la situación, México no estaba en una condición económica estable y algunos mexicanos buscaban vivir al día, de nuevo el país tendría una guerra.

 -Qué te parece, todos ellos son los cadetes- decía el comandante a Escutia

-Son demasiados, como los dividen-

-Son divididos en compañías, y a la que pertenezcan define la manera en la que han avanzado, no todos tienen buenas calificaciones pero si desempeñan demasiado en batalla, espero y puedan seguir así- Mientras hablaban un joven se mostró enfrenté de ellos y saludo -Comandante buenos días, al igual que usted Cadete Escutia, mi nombre es Juan de la barrera y es un honor poder conocer a alguien del batallón de San Blas- Un joven apuesto y con una gran educación, así era Juan de la barrera uno de los niños héroes.

-Igualmente cadete, antes de que me diga algo más le pido que traiga a los otros tres por favor- De la barrera solo asintió y se retiró

-¿Otros tres?- pregunto Escutia.

-Creo que ya escuchaste de ellos y lo más apropiado es presentarlos-

De la barrera llegó con dos niños, la edad de cada uno era de 12 y 13 años, a pesar de la corta edad ya había sobre salido y eran entre tantos los mejores en cuanto a calificación y destreza.

-Es un gusto conocerlo mi nombre es Francisco Márquez y estoy en la primera compañía-

-Yo soy Vicente Suárez y pertenezco a la segunda compañía-

Ambos cadetes se presentaron, sin embargo uno de los mencionados aún no estaba presente lo cual molestó al comandante – ¡De la barrera dónde está Montes de Oca!- entonó el comandante enojado -Lo siento Comandante pero él no está, ya sabe cómo es, lo más seguro es que éste allá, no se preocupe iré a busc… no se preocupe ya está aquí-

Escutia y el comandante voltearon, en cuanto él vio quien era aquella persona, solo pudo recordar el paisaje que vio a noche.

-¡Montes de Oca!- Se dirijo el comandante molestó -Sabes que no me molesta que vayas allá, sin embargo sabes que los días de entrenamiento son importantes, eres uno de nuestros mejores cadetes y necesitamos que estés al margen, como sabes ayer el cadete Escutia ingreso al colegio, será de ayuda en cuanto a entrenamiento y apoyo por si las cosas no van a nuestro favor, así que le pido que se presente debidamente- El cadete respondió moviendo la cabeza.

-Es un gusto conocerlo, mi nombre es Fernando Montes de Oca tengo 18 años pertenezco a la primera compañía de cadetes, lamento hacerlo esperar y en un futuro quisiera aprender más de usted- Como era de esperarse Montes de Oca era un cadete muy educado y apuesto.

Escutia no podía creer que tenía enfrenté suyo a la persona que vio anoche y aun así saludo debidamente, el comandante al ver que cumplió con lo dicho dio órdenes para empezar el entrenamiento. El día pasó y el comandante finalizó el entrenamiento, la mayoría se retiró a descansar, esté le pidió a Escutia y a Montes quedarse.

-¡Escutia!, Cómo dije no habrá privilegios algunos, la razón por la que te dejare con ellos es porque eres un gran cadete, por ende tendrás más responsabilidad y como perteneciente al batallón de San Blas no tengo que repetirte tu papel, Montes de Oca estará a tu servicio, él te dirá y enseñará lo que no sepas, sin más que decir pueden retirarse- Tanto Escutia como Montes de Oca quedaron parados en el patio la razón es simple Montes tendría que obedecer la orden del comandante

-De acuerdo le gustaría acompañarme, le mostraré las instalaciones- Decía Montes mientras le enseñaba el camino.

Escutia acepto la invitación, fue así como Montes de Oca le mostraba todo incluso lo menos importante, Escutia pudo haber dicho que ya había conocido algunos lugares desde su llegada, pero el hecho de estar con él lo hacía más interesante, así toda la mañana y parte de la tarde se llenó de una charla y risas por parte de ambos, pese a eso Escutia pudo darse cuenta que nadie entraba a aquel jardín y decidido le pidió a Montes que lo llevará, la reacción del joven fue de asombró, por lo que era de esperarse nadie le había pedido eso y que alguien se lo pidiera lo hacía sentir feliz, sin pensarlo accedió a lo dicho. Escutia sintió una gran sensación al ver a su compañero feliz, era un sentimiento extraño se decía así mismo, no estaba seguro de lo que podría sentir pero el hecho de ver a alguien así de feliz lo hacía estar bien, y probablemente aquel gesto le daría una razón para ver la vida de otra manera e inclusivamente pensar que enamorarse no era malo. Mientras ambos se dirigían a ese lugar, Escutia no evitó dejar de mirarlo durante todo el camino.

-De nuevo a ese lugar, no entiendo cómo permiten un sitio como ese solo provoca decepción y vergüenza, no dudo mucho que también hará sentir raro a ese cadete y provoqué su expulsión como a Melgar- Murmuró uno de sus compañeros ante la presencia de Montes y Escutia.

Era de conocimiento o mejor dicho como rumor que un cadete que también había sobresalido fue expulsado, muchos relacionaron su salida con Montes, pues decían que Melgar y él se llevaban bien, pero que su llegada continúa a ese jardín cambio su carácter, aquel chisme llegó a todos en el colegio provocando dudas sobre si Montes era uno de esos, se sabía de hombres que se acostaban con otros hombres, esta situación no tardaría mucho en terminar relacionando a Montes y a esa peculiar manera de ser. El 4 de mayo Melgar fue expulsado, esto sucedió justamente varios días atrás antes de la llegada de Escutia. Aunque la mayoría seguía creyendo eso, uno de los comandantes dijo la verdad, ya que la expulsión de Melgar no tenía nada que ver con Montes, la razón de su salida fue que este faltó a una revisión, lo creyeran o no la mayoría evitó su entrada a ese jardín.

-No te preocupes- Decía esté mientras se inclinaba a ver las rosas -No es la primera vez que dicen eso, yo sé la razón por la que Melgar cambio, realmente no me importa lo que digan, ya que si estos rumores fuesen reales desde hace tiempo dejaría este lugar y probablemente ya estaría muerto, igual creo que  tanto de la barrera, Suárez y Márquez no me hablarían, tal vez ya hubieran pedido mi expulsión, al igual que usted no me pediría que lo trajera aquí, si creyera en esos rumores o ¿Acaso miento?- tras haber dicho eso Montes miró a Escutia de manera tentadora, provocando que se pusiese nervioso.

-Di…di…dime- murmuró completamente nervioso -¿Qué es lo que te gusta de este lugar?-

-La verdad es que me tranquiliza, mi madre siempre amo este tipo de cosas ella me decía que no importa que tan mala sea la situación hay que disfrutar cada momento, no llevo mucho tiempo aquí, sin embargo el primer día que llegue me hizo sentir bien y bueno… muchos pueden ver esto solamente como algo simple, algo sin importancia, algo sin belleza y no es eso, una rosa puede ser luz, belleza, armonía y delicia de la vista, pero…. sobre todo puede significar la pureza y pasión de un buen amor, así que te la doy- Tras haber dicho esas palabras Montes extendió la mano y le dio una rosa a Escutia, este no evitó sentirse aún más raro de lo normal.

-De acuerdo me tengo que ir, si gusta puede quedarse no tengo ningún problema, nos vemos-

Escutia se despidió de él, su mente no dejaba de pensar en lo que sucedió, era su segundo día y ya había experimentado demasiados sentimientos, más de los que podría haber sentido en toda su vida. Cada noche Escutia se asomaba a aquella ventana para ver a esa persona, aún no entendía porque un hombre lo haría sentir de esa manera, ¿acaso no era normal?, ¿acaso seria uno de esos raros que tanto mencionaban?, aunque su mente lo hacía sentir así, su corazón no evitaba sentirse bien cada que hablaba o veía a Montes.

Los días transcurrieron, ambos cadetes empezaron a llevarse y sentirse bien el uno con el otro, Escutia no podía adivinar qué es lo que Montes pensará o sintiera por él, eso lo hacía sentir triste y cada vez más raro respecto a sus sentimientos.

Agosto de 1847

Sin darse cuenta los meses pasaron, lo que parecía ser una amistad de cadetes parecía ser más una manera de coqueteo mutuo o al menos Escutia pensaba eso, justo ese mes sirvió para que esté pudiese darse cuenta que se había enamorado de un hombre. Para ese mes todos estaban dando su mayor esfuerzo pues los ataques y pequeñas guerras en el país subían de nivel, no tardaría mucho para que los extranjeros tomarán la capital. El entrenamiento era pesado, era todos los días, Escutia realmente se sentía demasiado cansado, justo al terminar e ir a descansar, el pie de Escutia resbaló, abrió los ojos en el momento que se sintió caer, solo para encontrarse a Montes, a pesar de ser dos años menor y con una pequeña diferencia de altura, Escutia pudo ver a Montes más grande y poder ver más de cerca al Cadete, aquel momento solo bastó para que él se sintiera seguro de sus sentimientos, haciéndolo reaccionar rápido y jalar a Montes a ese jardín.

Escutia se decidió, se aproximó a Montes, echo un vistazo al rostro amable de él, Escutia se sentía nervioso, pero se mantuvo firme, respiro, miró a Montes a los ojos solo para decir lo siguiente.

-“Montes, tú me… gus… gustas, se que esto está mal y mas porque somos hombres aún así yo…- Las palabras de Escutia fueron calladas por un tierno beso de Montes, este se separó y también le confesó como se sentía, ambos realmente estaban enamorados, esa tarde aquel jardín fue testigo de un juramento de amor entre los dos jóvenes. Ambos se veían a escondidas durante las noches en ese mismo lugar, Escutia pensó que era una manera tan descarada sentirse bien en una situación así, pero ahora ya tenía un motivo para ganar esa guerra.

Muchos de los cadetes iban subiendo de puesto, cada vez se sentía más cerca esa guerra, por lo que los comandantes les daban días de descanso para poder ver a sus familiares, Escutia y Montes aprovecharon esos días para estar juntos, ambos habían encontrado una pequeña cabaña donde decidieron entrar, lo que empezó a ser una serie de juegos y algunos besos, cada vez subía más de nivel, Escutia comenzó a tocar el pecho de Montes, aquel pequeño toque puso el rostro del cadete demasiado rojo, Escutia al presenciar aquel gesto no pudo evitar sentirse excitado, Montes tenía un cuerpo delgado, suave y realmente hermoso a la vista, muchos lo podrían confundir con una mujer, cada toque los hacía sentir demasiado extasiados, tal vez era el momento para que esté entrará en su amado, pero Escutia decidió parar.

-Lo lamento- dijo este riendo -es solo que no sé qué hacer y quiero que sea especial no así, quiero que ambos estemos listos, quiero tenerte a mi lado siempre, terminando todo esto quiero irme contigo, tengo miedos e inseguridades y no me importa si todos me odian pero por favor quédate a mi lado, no dejaré que te vayas nunca de mí- Montes no entendía el porqué de aquellas palabras, sin embargo no pudo contener las lágrimas, ese día aunque no eran las mejores palabras de Escutia hacía él, Montes entendía que era amor de verdad.

Aquel día llego, la batalla de Chapultepec librada el 13 de septiembre de 1847 se recuerda precisamente porque a pesar de la desigualdad que había entre ambos ejércitos, los jóvenes cadetes mexicanos decidieron resistir a sabiendas de que las posibilidades de una victoria eran muy escasas; Escutia y Montes tuvieron que ir en diferentes batallones,  antes de irse  prefirieron encontrarse, Escutia le regreso la rosa  a Montes con la esperanza de verlo de nuevo. Y fue así como uno tras otro iban muriendo, de los niños  héroes el primero en morir fue el menor llamado Francisco Márquez, consiguiente fue Vicente Suárez, Agustín Melgar que ingreso de nuevo días atrás, acepto la responsabilidad de pelear, Juan de la barrera nunca abandono la idea de defender su país, en cuanto a Montes y Escutia ambos seguían con vida, Escutia y su batallón se encontraban en las laderas, no tardo mucho para que los atacarán y unos murieran al instante, los otros prefirieron huir, Escutia estaba herido y preocupado por Montes, entró al castillo con la esperanza de verlo con vida.

-Montes- Decía este agitado -Estas bien no te paso nada, ven tenemos que irnos de aquí-

-Ve tú, yo tengo que quedarme aquí esa es mi responsabilidad-

-¿Qué?, No digas tonterías vamos tenemos que irnos, estas herido y no estoy listo para dejarte ir- le decía este sosteniendo la mano de su amado.

-¡Escutia!- Grito enojado -Sabes que hay un largo camino por delante, no importa que me pase tú debes seguir de pie, al final de esta guerra si te sientes decaído entra a ese jardín y al mirar cualquier rosa sabrás que siempre estaré ahí, y si en un futuro vuelvo a renacer espero volverme a enamorar de ti- Dijo este con una sonrisa al final, Escutia entendió que esas palabras eran un adiós y lo último que pudo hacer fue soltar su mano y seguir adelante. Tras la subida a la azotea Escutia pudo escuchar la detonación de varias armas, al final Montes ya no estaba de pie.

-Me mostraste la belleza de la vida, me mostraste el brilló del amor, aún compongo aquellas palabras que intercambiamos al final, aquel rojo en las rosas que tanto amabas las pude ver reflejadas en tu ropa, sin más que decirme tuviste el descaro de sonreírme incluso hasta el final, el hecho de amarte no cambiará jamás y deseo llevarme aquellos sentimientos hasta la eternidad- Así fue como Escutia decidió decir adiós a su amado, en unos minutos este ya estaba rodeado, sin pensarlo, sin dudarlo, se envolvió en la bandera nacional y se lanzó, una larga caída, el inicio de un momento histórico, la victoria de estados unidos y la perdida de México.

Tal vez Escutia no fue el último en morir, aún habían demasiados cadetes de pie, aquel jardín que Montes amo se llenó de un color carmesí, aquella rosa marchita que Escutia regreso a Montes no tardó mucho en tirar su último pétalo y al final éste se volvió uno mismo con la sangre de su amado.

Fin