Escrito por: Ericka Gabriela Quispe Quispe (Bolivia)

Filósofo revolucionario, ideólogo espiritualista cristiano, socialista y republicano, activista antimonárquico y anticlerical de CHILE

X

Empresario honrado con el grado póstumo de Coronel del Ejército boliviano y considerado héroe de guerra de BOLIVIA.


Fue en la guerra del pacifico en el que me vi envuelto el día de mi muerte. A pesar de pelear con todas mis fuerzas en aquella ocasión, perdimos igualmente. Relataba Eduardo Avaroa mirando al vacío del limbo con una voz tenue.

No se cuentos años pasaron desde que llegue aquí, pues en este lugar no hay día ni hay noche y me la paso vagando sin rumbo; estoy harto de “esto”. Pensó por un momento Eduardo Avaroa.

En una ocasión al sentarme a descansar, halle una piedra de lo más cómoda, que de alguna manera me hizo dar ganas de quedarme en un solo lugar desde que llegue aquí; sentí una tranquilidad que hace tiempo no sentía, ya que en el limbo solo sentía que no era digno de nada ni del cielo ni del infierno, simplemente un deshecho humano. Expreso Eduardo Avaroa casi al borde de la desesperación y el alivio, una sensación extraña en realidad.

Me quede con aquella piedra por varios años, tanto que no podría poner una cifra, al poco tiempo me di cuenta de que en realidad se trataba de una persona, de aquellas que al llegar aquí no despiertan y son cubiertas con el polvo cenizo del Limbo casi mezcladas por completo con este entorno fúnebre. Miro asombrado Eduardo Avaroa.

Trate de despertarlo varias veces, pero nada parecía funcionar, tanto que llegue a pensar que nunca despertaría de manera que él y se convirtió en mi “asiento de confianza”; de algún modo me pareció que la posición en la que estaba su cuerpo era algo erótica, me siento como un pervertido al pensar así. Miraba con dulzura Eduardo Avaroa a su asiento de confianza.  

Fue un día de lluvia negra, en el que sentí que mi vida nuevamente no tenía rumbo y sentí la necesidad de ver a mi asiento; nose la verdad porque me sentía tan frustrado que al final le robé un beso a mi querido asiento; quizá porque tenía envidia de su tranquila cara al permanecer dormido; que al final del beso despertó. Miro muy sorprendido Eduardo Avaroa a aquella persona que había estado aliviando su estancia en el limbo.

Aquella persona tenía un hermoso color de ojos, eran como el azul del mar, por el que di mi vida en el pasado; me sentía mucho más avergonzado ahora que estaba despierto, por haberlo utilizado de asiento y sobre todo por haberle besado ¡hayyyy!….  me da tanta vergüenza que nose que hacer!!! Pensó muy emocionado y avergonzado Eduardo Avaroa.

¿Quién eres? ¿Cómo llegue aquí? ¿Por qué estoy sucio? ¿Qué es este lugar? Pregunto Francisco Bilbao, con una cara confusa.

Ahhhhh!!! ¿acaso eres un secuestrador? ¿Eres un asesino? ¡un demonio que me ha secuestrado! ¡Alguien!!! ¡Ayúdeme!!! Sin malas intenciones, pero muy alterado grito a todo pulmón Francisco Bilbao.

Eduardo Avaroa, se quedó sin habla al ver su reacción y fue por eso que le tapó la boca a Francisco Bilbao con la mano.

Sabes cálmate, ¿está bien? No es necesario que te precipites ASIENTO, heck digo persona, ahhhh… ya no se ni lo que digo ahora mmmm… ¿cómo te llamas? Se expresó lo mejor que pudo en ese momento un poco molesto y avergonzado Eduardo Avaroa.

Bueno preguntas mi nombre, supongo que entonces no eres un secuestrador después de todo, mi nombre es Francisco Bilbao Barquín. Expreso muy confiado Francisco Bilbao.

Al escuchar el nombre completo de su “querido asiento” Eduardo Avaroa le reconoció en seguida, más que por sus actos en la historia, lo reconoció como una persona nacida en Chile, cambio su expresión emocionada por una sorprendida y molesta.

Eduardo Avaroa se levantó del suelo y decidió marcharse del lugar.

¿A dónde vas? ¿Por qué te vas tan de repente al escuchar mi nombre? ¿acaso te hice algo malo? Pregunto Francisco Bilbao con una voz algo desesperada.

Ahhhh… ¡haces muchas preguntas, quien te crees para preguntarme todo lo que se te viene por la cabeza! Exclamo Eduardo Avaroa.

Pero eres tu quien estaba aquí conmigo verdad, si no es a ti a quien más le pregunto. Respondió rápidamente Francisco Bilbao.

Este lugar es conocido como el Limbo y si estás aquí es porque Dios no perdonó tus actos; al igual que yo, hay personas que también viven aquí ve a buscarlos, tal vez te ayuden y ahora hazte a un lado y no me siguas preguntando más ¡hasta nunca!!! Exclamo Eduardo Avaroa.

Pasó un minuto lleno de silencio.

¡Escucho unos pasos!, como si un animal muy grande estuviera corriendo en esta dirección. ¡Eh! ¿En… esta…Dirección…? miro a sus alrededores preocupado Francisco Bilbao.

 ¿Por qué a mí? Ahhhh!!! ¡Hay alguien por aquí! Por favor persona que estaba a mi lado nose tu nombre, pero ayúdame…. ¡No recuerdo haberte hecho algún mal, pero por favor lo siento yo haré lo que tú me pidas si me ayudas ahora, en realidad no se cocinar, ni lavar, pero las personas con el tiempo aprenden, te daré mi cuerpo y alma si me ayudas! Muy asustado y algo eufórico grito Francisco Bilbao.

Esa es una Bestia del confinamiento que estará haciendo aquí. ¡Ahhhjjj! y ese asiento no para de gritar, que hago… mmm… ¡oh! Se le esta acercando mucho, porque sigue gritando, solo debería de agarrar cualquier cosa del suelo y enfrentarlo como hombre que es, pero… siento que si el desapareciera sería algo realmente triste…, no puedo más, siento que sería una lástima desperdiciar un asiento de tal calidad, ¡oh si claro, me estoy mintiendo a mí mismo que gran estafa!; bueno allá voy en rescate de mi preciado asiento. Expreso en sus pensamientos esas emociones tan confusas para Eduardo Avaroa.

Agarrando una pistola antigua y una espada que siempre le acompañaba se lanzó hacia la bestia de más de dos metros de altura, fuerte como un elefante derrotándolo sin el más mínimo esfuerzo, ya que tenía varios de años de experiencia.

Gracias por salvarme no creo estar vivo si no fuera por ti, yo desde ahora estaré cerca de ti para-… – expresó Francisco Bilbao siendo interrumpido por Eduardo Avaroa justo antes de terminar.

Decidí tomarte al final de cuentas, ¿cuerpo y alma míos cierto? Esas fueron tus propuestas, para salvarte el pellejo. Eduardo Avaroa exclamo como chico malo.

“Ven conmigo” me dijo, pero no me ha dicho ni su nombre, ¿será que puedo preguntarle ahora? Mmmm… de alguna manera siento que yo he pasado mucho tiempo con él, pero eso es imposible ya que no recuerdo haber conocido a alguien como él. Francisco miraba aun asombrado la espalda de Eduardo Avaroa.

A la lejanía ya se avistaban algunas casas un poco separadas unas de otras, sin embargo, con un singular color cenizo, es algo triste ver que muy probablemente no volveré a ver la belleza de los colores de la vida en plenitud.

Pensó Francisco Bilbao.

¿Llegamos a tu casa? se ve muy simple, pero supongo que todas están iguales y es mejor que nada… ¡¿eh?! ¿Porque en tu espejo me veo diferente a cuándo morí? Miro el espejo fijamente Francisco Bilbao.

Nosé, talvez sea porque ya estás muerto? (sonríe burlonamente) Tu imagen refleja desde cuándo empezaste a cambiar para llegar aquí, tu reflejo es muy joven, de alguna manera te ves hermoso para mí “querido asiento”, ehhhh- digo Francisco. Se sonroja Eduardo Avaroa.

Aunque me trato de abandonarme hace unos momentos a que viene esa sonrisa tan amable de repente, me siento extrañamente feliz de que me haya dicho que me veo hermoso (se sonroja), pero… ¿porque me siento así? Francisco Bilbao con sentimientos algo confusos decidió hacerse el fuerte. ¡No me digas hermoso!, ¡ni digas más bobadas, mejor dime tu nombre que hace horas no me lo dices!

Mi nombre es Eduardo y mi apellido no es algo que te importe, aunque creo que daría igual ya que tu moriste antes que yo. Respondió a secas.

Francisco Bilbao de alguna manera se sintió herido, pero no sabía por qué; no pudo evitar poner una cara triste que hizo que Eduardo Avaroa se sintiera culpable de ver a esa expresión que originalmente era muy apacible, la había visto alterada, orgullosa y ahora triste, en tan poco tiempo.

Con el paso del tiempo Eduardo le mostró todo lo que sabía del Limbo (sin mencionar su vida en la tierra). En parte fue por culpa de haberlo utilizado y en parte porque amaba ver las emociones de los ojos de Francisco al conocer cosas nuevas.

Francisco le había comentado todas las ideas que se le habían ocurrido cuando estaba vivo y del como quería revolucionar a toda la población con sus ideales para que piensen por sí mismos, sin un gobierno que les opresione o les influya.

De todas las historias que le había contado Francisco, la historia de la muerte de su hijo, hizo que llorara en frente de Eduardo Avaroa.

Eduardo al no saber que hacer frente a sus lágrimas le regalo beso muy largo, aunque lleno de lágrimas, hasta que finalmente en medio de un abrazo Francisco se durmió profundamente.

Eduardo salió sin despedirse de Francisco para buscar un regalo que le alegrara; sin embargo, al regresar vio a Francisco con una persona que Eduardo le había presentado, hablaban de su vida en la tierra, ya que ambos eran compatriotas esa persona le había contado lo que había sucedido entre Bolivia y Chile, con un tono burlón pues él era de una época muy reciente fallecido en el año 2019.

Eduardo escucho la conversación y entro a interrumpirla, jalando a Francisco; Eduardo estaba realmente enojado, pues no quería que él se enterara de nada, era un arrepentimiento tan grande el no haber ganado la guerra y fue esa la razón del porque Eduardo Avaroa no pudo llegar al cielo.

Al llegar a casa Eduardo empujo a Francisco hacia la pared y lo beso violentamente, casi dejando sin aliento a Francisco.

¿Por qué haces esto? ¡yo no quiero hacerlo de esa manera! ¡suéltame! ¡ah!… ¡no…! ¡te he dicho que pares!… ¿acaso no me escuchas?… ¡hya! Mmmm…. ¡hng…! (¡maldición no me hace caso! que debo de hacer, para que pare, de esta manera el terminara violándome y aunque lo haga a la fuerza yo lo amo, pero siento que si le dejo hacerlo solo se deprimirá más de lo que esta; debo de pararlo). Francisco Trato de forcejear todo lo que podía.

Eduardo al final no pudo detenerse; él sentía como toda la ira solo se hacía más lamentable por cada estocada que le daba a Francisco, por cada marca que le dejaba en su cuerpo, él sabía que a pesar de que quería reclamar ese mar para su país eso nunca sucedería en su presencia ya que estaba muerto.

Yo… ¡ahnnn! sé que no…. Quieres… hacer esto… ¡ahhh!… ¿Por qué… y..a… no me… miras a… los ojos co..mo antes lo hacías?… de verdad…est-…. Bie…n. Francisco trató lo mejor que pudo, para calmar a Eduardo.

Al final Eduardo termino corriéndose dentro de Francisco no una, sino que varias veces, para que al final Eduardo Avaroa Terminase llorando al ver lo que le había hecho a Francisco. Decidió que el ya no merecía lo cómodo de su estancia con él y entonces entre lágrimas le dijo:

Al final todo esto es mi culpa yo… a… ti… te… am… (el pecho se le oprimió por un segundo) yo a ti te digo adiós, está bien si me odias.

Francisco con las pocas fuerzas que tenía en ese momento y después de haber utilizado tanto su voz aquel día, lo último que pudo decir fue no me dejes, deslizándose una lagrima en la mejilla y levantando su mano para alcanzarlo.

Tuve un sueño al perder todas mis fuerzas, un sueño donde estaba con Eduardo, y yo simplemente solo escuchaba, él decía que “amaba a su patria” más que a nada en ese entonces y que sus hijos tal vez estaban celosos por eso, y que a pesar de que el gobierno no pudo hacer mucho debido a su poca fuerza militar, el pensaba que si nunca se rendía algún día podrían sus hijos pasar sin quebrantos por el amplio mar y reconciliarse con ellos; también solía hablar de las proezas que logro con las personas con las que lucho, sonreía y a veces se veía triste, “talvez fue por su gran pasión que incluso antes de poder recordarlo todo, yo ya estaba totalmente enamorado de él» y ahora el ya no volverá. Francisco Bilbao parecía tener un sueño dulce y triste a la vez, debido a sus lágrimas derramadas aun en sueños.

Desperté al día siguiente, me sentía algo pegajoso así que me di un baño vi mis ojos realmente hinchados y mi corazón que no para de sentirse como si fuese a parar en cualquier momento; voy a ir a buscarlo ahora mismo, no quiero sentirme a si para siempre ya que ni la muerte me salvara ahora. Determinado se vistió Francisco para perseguir a su amado.

Pregunto a todas las personas a quienes se encontró y entonces se volvió a ver con aquel conocido y entonces, supo por dónde se había ido Eduardo Avaroa ya que él había ido a pedirse disculpas. Se fue corriendo con la esperanza de lograr alcanzarlo, se topó con algunos contratiempos, pero aun muriéndose de sueño tras varios días llego el momento en donde logro encontrarlo, pero estaba rodeado de bestias del confinamiento, las bestias alegaban que él había cometido un pecado mayor y que sería castigado por eso.

Violaste a alguien confinado aquí. Menciono la bestia.

Está hablando de lo que ocurrió aquel día, pero yo ahora no puedo ayudarlo no soy tan fuerte como Eduardo, pero no quiero que le pase nada yo a él, si le pasa algo-… pensó profundamente hasta que vio que una de las bestias había logrado arañarle la cara a Eduardo.

Nose que es lo que pensé en ese momento, pero mis piernas fueron corriendo hacia él, abrí mis brazos y grité: “él no me violo en lo absoluto no se atrevan a tocarle yo quería que esto pasara por que lo amo, aun si no fue como me lo imagine, ustedes que saben lo que deseo” (ahora que lo pienso ¿acaso no es una excusa muy tonta?). Francisco tambaleante y a la vez firme ahuyentó a las bestias.

¡Esto no se repetirá nuevamente! dijeron las bestias.

¿Por qué viniste? Aun cuando te hice algo tan atroz ¿Por qué me defiendes y afirmas que me amas a pesar de que te hice llorar? Asombrado sin saber exactamente lo que decía hablo Eduardo.

¿Eres tonto o qué? es obv… obvio…que…es…porque…te…. ¡AMO MALDICIÓN! ¡AHORA SI ME DEJAS DE NUEVO NO TE LO PERDONARE, YO RECUERDO TODO ABSOLUTAMENTE TODO LO QUE ME DECIAS CUANDO ESTABA INCONCIENTE! Y ahora por eso si me dejas siento que moriré de tristeza… no me dejes. Con la voz entrecortada y dando lo mejor de sí enfrentó a Eduardo.

Yo tengo un verdadero mal en mí y en realidad no siento que te merezca, jamás me cansare de pedirte perdón como tal te lo prometo, pero déjame sentirte una vez más por favor ¡me duele cuando no estás conmigo! siento como si respirara agujas y ya no es aburrido, sino que es insoportable. Dijo Eduardo con el rostro lloroso, suplicando por primera vez el amor de su amado, un hombre tan orgulloso como él ante la persona que ama.  

En esta ocasión fui yo quien comenzó a besarlo como si no hubiese un mañana en el Limbo y lo arrastré a tener relaciones sexuales en el mismo lugar en el que estábamos, era como si su pene se hundiera cada vez más en mi interior, el “me miraba a mis ojos” y decía:

“¡oh! <<aquí está mi mar>> que más he anhelado en todos mis días estando aquí” ¡verdaderamente te amo Francisco! Amo todo tu cuerpo y tu alma que me ofreciste aquella vez ¿recuerdas? Eduardo se sentía tan feliz que no podía evitar embestirle aún más fuerte que antes, pero con la diferencia de que ahora ambos lo disfrutaban al grado de no querer separarse.

Ahhh…. Mi interior se siente bien…. ¡Quiero más de ti Eduardo! ¡mi amado Eduardo Avaroa!… lléname de ti hasta que ya no podamos más en este mundo… ¡ngh!… ¡mmmhhaaa!… ¡ahhhnnn!

Tu interior se siente tan bien… me hace sentir que soy tragado por el océano… cuando me aprietas siento que me eyaculare en cualquier momento mmm… ahhhh ¿porque siento que incluso ahora estas siendo gentil conmigo?… siento ganas de llorar.  Eduardo Avaroa se tapó la cara al sentir la gentileza del cuerpo de Francisco.

Aunque sientas todo eso ¿porque cada vez lo haces con más fuerza? Ahhh… nose por qué, pero me encanta… me estoy volviendo raro por tu culpa… pero por ahora muévete ¡más rápido por favor!!!… ¡hyaaaaaaa!……. Menciono todo excitado Francisco Bilbao.

En realidad, ya nose cuántas veces él se vino dentro de mí o cuantas veces yo me vine, pero me siento feliz, ¡esta vez ya nunca nos separaremos ¿cierto Eduardo Avaroa? Francisco pensaba todas las cosas más cursis que nunca se imaginó poder sentir algún día, pero estaba feliz al hacerlo.

Yo te amo y eso no debes dudarlo Francisco Bilbao, yo con tu amor no pienso rendirme ¡RENDIRME YO, QUE SE RINDA SU ABUELA CARAJO! Jajaja… perdón si sonó extraño, pero me siento muy feliz. Eduardo Avaroa sonreía y se sentía completo sin llegar a recordar ese sentimiento de ira y enojo de nuevo.

¡Fue entonces que Eduardo Avaroa y Francisco Bilbao Barquin vivieron felices para siempre!    

FIN