Escrito por: Perla Arias (México)

Corría la noche del 12 de septiembre de 1810, José María Morelos y Pavón1, un seminarista, recorrió los pasillos de la iglesia para ver a su tan amado y respetado cura, aquél por el que se había incorporado a la iglesia y por el que decía que haría cualquier cosa, Miguel Hidalgo y Costilla; como cada noche iba a visitarlo a sus aposentos a decirle las palabras que lo llenaban de satisfacción y orgullo.

Morelos con una voz tierna, pero a la vez lujuriosa dijo -Te ves tan delicado y frágil con ese hábito que en este momento quisiera tomarte entre mis brazos y no dejarte ir jamás. – A esto Hidalgo volteó y le contestó: – ¿De nuevo estás aquí? Te he dicho que no vengas a verme cada noche, deberías estar estudiando ya que estás a nada de hacer el examen para el sacerdocio. -Morelos solo le mostró una sonrisa coqueta y se le acercó; le acarició la cara de una manera tan tierna que Hidalgo se estremeció, -Mnhg- fue el sonido que salió de los labios del cura, de inmediato éste se alejó y dijo: – ¡Detente! No podemos hacer esto, ambos somos servidores de Dios, no podemos caer en el pecado.

-El que sea sacerdote no se debe a nadie más que a ti, tú eres mi Dios. -Respondió Morelos. Hidalgo le dijo que se fuera, ya que era momento de reunirse con Allende2 y la Corregidora3 y no podían verlos juntos, Morelos aceptó irse, pero no sin antes robarle un beso, uno donde se aferró a él y entrelazando sus lenguas; a Hidalgo le estaba costando respirar, sintió que estaba perdiendo fuerzas en los pies y casi cae, lo que provocó que Morelos lo tomará entre sus brazos y lo acostara sobre la cama, – ¡Ya basta, Morelos! -Exclamó Hidalgo- No podemos seguir más allá de esto, te he permitido hacer estas cosas porque siento que es mi responsabilidad el cuidarte desde que llegaste a la iglesia, pero no podemos seguir así.

Morelos solo lo observó y dijo: -Por ahora me detendré, pero recuerda que mis sentimientos por ti son reales, no puedes rechazarme por siempre porque yo se que tu también me amas. – Morelos dejó la habitación e Hidalgo se cubrió la cara, sintiendo gran vergüenza por permitir que las cosas sucedieran al ritmo de Morelos, -No puedo dejar que esto continue, debo alejarme de él antes de que sea demasiado tarde. -Murmuró Hidalgo con gran pesar.

Había tenido bastantes problemas en la reunión, no lograban ponerse de acuerdo en cómo manejar el movimiento, el corregidor Miguel Dominguez4 no estaba de acuerdo con ciertas cosas y por ello cometería posteriormente varios errores estratégicos con respecto a la planificación de los conspiradores, lo que causaría que fueran descubiertos.

La noche del 14 de septiembre, como de costumbre, Morelos se presentó en la habitación de Hidalgo, solo que esta vez, no encontró a un cura enojado por su visita, sino a una persona pensativa, con gran dolor en su rostro, por lo cual Morelos se acercó y dijo: -Hidalgo, si necesitas a alguien con quien desahogar tus penas, si quieres llorar, sufrir, gritar, aquí estoy, no pongas esa cara porque tu dolor es mi dolor. – Hidalgo lo miró y contestó: -Hazme olvidar este dolor solo por una noche- Morelos no dijo nada y solo se abalanzó sobre Hidalgo, esta vez no hubo un rechazo, comenzó a besarle el cuello, recorrió con su lengua todo su cuerpo, y antes de que se diera cuenta, el hábito ya había sido quitado, Morelos lamió sus pezones, un gemido escapó de Hidalgo.

-Mngh.

– ¿Se siente bien?

Hidalgo solo asintió con la cabeza. Morelos se acercó a su oreja y la mordió suavemente, no podía contener su voz y de repente sintió una caricia en su parte baja, Morelos comenzó a masturbarlo con delicadas caricias, lo único que Hidalgo podía hacer era gemir.

-¡¡Ahh… Nn…!!

-Estoy feliz de que lo estes sintiendo, pronto ya no habrá porque preocuparnos más, solo disfruta esta noche y no pienses en nada más, solo mírame a mí.

Morelos llevó su mano hasta su muslo, era una caricia suave pero Hidalgo respondió a ese estímulo, todo su cuerpo se arqueó del placer que sentía. Morelos al ver esto, Introdujo un dedo para comenzar a lubricar, siguió estimulando hasta insertar 3 dedos, Hidalgo sintió su interior empapado y no podía contener su voz a lo que Morelos solo se excitaba cada vez más.

-¡¡Ahh!!

-Asombroso, estas absorbiendo mis dedos, ¿se siente tan bien?

-Mnhg

-¿Me dejarás escuchar más tu dulce voz?

-¿Eh?

De repente sacó los dedos de su interior e ingresó algo más grueso y caliente en él.

-¡Ahhh! Mn… ahh ahhh… es doloroso…

-Uwah… Muy apretado, trata de relajarte

Mientras Morelos movía las caderas hacia adelante y hacia atrás, unas lágrimas salieron de los ojos de Hidalgo y lo único que pudo hacer Morelos fue sellar sus labios con un beso para poder calmar su dolor, Hidalgo se aferró a la espalda de Morelos mientras enterraba sus uñas en él, el dolor y el placer que tenía era único y se sentía tan bien de estar con su amado a pesar de que no podrían estar así para siempre.

-¿Todavía duele?

-Un poco, pero estoy bien, continúa, quiero estar contigo toda la noche amándonos y aferrándonos el uno al otro.

Morelos penetraba a Hidalgo y solo repetía las palabras “te amo”, “nunca te dejaré”, “haré lo que sea por ti”.

A la mañana siguiente Morelos despertó, pero Hidalgo no estaba, se enteró de que había estado en reunión, así que solo se fue con una gran sonrisa.

Era la madrugada del 16 de septiembre, Morelos estaba en la habitación, pero Hidalgo no regresó ese día, en cambio encontró una carta que decía “Lucharé para que mi amado sea libre” y escuchó a lo lejos “Viva la Virgen de Guadalupe”, y lágrimas rodaron por sus mejillas.

PD: Las referencias históricas de los personajes no se incluyeron porque el documento original venía en Pdf y al traspasarlo a word se perdieron.